domingo, 11 de noviembre de 2007

→ Ella, sin vanagloreos


Ella es una puta deprimente, decrépita y decadente. Una mujer a la que se le escapó el tren de su oportunidad, de su vida. Con su eterna peluca rubio ceniza, de rulos peinados, que ya no brilla por tanto polvo, por tanto tiempo, que éste a su vez, se deja ver por cada línea marcada con fuerza en su cara demacrada. Unos pendientes dorados, con una piedra de color azul. Lleva tanto maquillaje en la cara, que es obvio el cambio de color al llegar al cogote. De marrón mierda a amarillo enfermizo. Sus piernas necesitan reposo. Parece un personaje de algún cómico de la tele, que imita a la gente siempre con exageración. Pero ella no es una exageración de nadie, ella es ella. Con sus lentes oscuros, ella marca la diferencia en el vagón del metro. Se para en una de las paredes del vagón dándole la cara al mundo. Y ahí está el mundo, que empieza a mirarla a través de los cristales del vagón a modo de espejo, para que no se note tanto. Poco cerebro, casi nada de ovarios. Y ahí esá ella expuesta a críticas, a burlas y a la risa ajena, haciendo sentir mejor a los que la rodean. Pero ella no cobra dinero por ese acto tan rídiculo. Sólo cobra dinero a los que se la cogen, por todos los hoyos que tenga. Aunque sea una muer mayor, que a esas alturas de su vidam debería estar desacansando de la mierda de vida que ha elegido llevar. Ella es una puta deprimente, decrépita y decadente. La gente la seguirá criticando, y apuntando. No por, su realidad será diferente mañana.

 
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