Es un hombre a pesar de que es muy delgado, suele además usar pantalones muy sueltos. Casi siempre con el buzo negro y líneas al lado, eternamente verde, amarillo y rojo. Siempre sin sombreo; su cabello rubio opacado, está enmarañado y desordenado, lo lleva siempre enredado. Aunque se ve ligero, se mueve con lentitud, como si cada paso lo diera en las nuebes. Ahora bien este hombre, está muy descontento conmigo, siempre tiene que objetarme algo. Siempre cometo toda clase de injusticias con él. Podría ser que todo en mí ofendiera su sentido de la belleza, su idea de la justicia, sus costumbres y esperanzas. Para el soy la orgullosa que le cuesta decir abiertamente cómo sufro por culpa de su existencia. Pero que a la vez, es demasiado para mí callar, constantemente algo que me oprime sin cesar. Quizás tenga razón. Y por eso con astucia femenina, prefiero un termino medio. Callar. Tanto con ésta, como con cualquiero otra respuesta inevitablemente, con la incapacidad de la gente de reprimir en un caso como éste, la sospecha de una relación amorosa.
sábado, 10 de noviembre de 2007
→ Amorosamente
liberado por Jupitariana a las 12:36 p. m.
Etiquetas: Cosas que se piensan, había una vez..., Prosa loca
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